Inicio de curso

por Greg Franco Dom Abr 15, 2018 7:52 pm

Estaba bastante cabreado. El verano no había ido bien. La relación con mi padre era más tensa que nunca. Por más que mi madre pusiera todo su empeño en mejorar la situación, el verano no había sido más que un inmerecido castigo de tres meses de tremendas escaramuzas e inconstantes treguas. Tan solo el cumpleaños de Michael había logrado obrar un milagro, al juntar a toda la familia alrededor de una tarta con sonrisas y sin miradas cargadas de odio. Pero claro, Michael siempre lograba ese efecto.

Mientras dejaba el equipaje en el suelo y me recostaba contra una de las infinitas paredes del hall soltando un sonoro resoplido cargado de hastío por el largo recorrido y la tensión, no pude evitar recordar con una sonrisa el asombro de mi hermano al descubrir la fiesta que le habían organizado. Un picnic improvisado en la playa de Brighton había sido suficiente para robarle una de sus sonrisas infantiles, que recientemente se había aficionado a ocultar con un posado más maduro, propio de la vespertina adolescencia.

La misma sonrisa de mi hermano se formó en mis labios al recordar el momento. Pensar en Michael siempre me traía algo de paz y lograba apagar ese fuego interno que quemaba en mi, listo para abrasar a cualquiera que me rodeara. La sonrisa y la paz fueron quebradas rápidamente por el deseo de dar una calada.

Durante ese verano me había iniciado en ese arte de la dependencia del cigarrillo, con la esperanza de que, al regresar a Hogwarts, la ansiedad que me afligía al convivir con mi padre quedara olvidada con él en esa casa de playa que se había convertido en el escenario de mis torturas. Sin embargo, descubrí con pavor que mi extrema confianza en mi mismo al abandonar mi paquete de cigarrilos en la mesilla de noche de mi cuarto, había sido un error fatal. Mi mano tanteó todos los bolsillos de mi uniforme, aún a sabiendas que nada encontraría en él que pudiera calmar mi ansiedad.

por Hella Wallace Dom Abr 15, 2018 8:15 pm

Era el vivo retrato del aburrimiento.

Me sentía tentada de arrojar alguna de mis maletas a la bulliciosa marea que la había zarandeado a lo largo del camino. A pesar de ser de las chicas más altas de curso, y poseer una fuerza propia de los jugadores de quidditch, había sido incapaz de regresar al castillo con la única compañía que deseaba: mi propia sombra.

Lo peor era tener que sufrir el buen humor que había contagiado a la multitud. Parecía como si esos petulantes chiquillos que me impedían el paso por la emoción, no fuesen los mismos que aquellos que, a las dos semanas de empezar el curso, desearían que llegara pronto el verano.

Pero este era mi tercer curso, así que ya me había familiarizado lo suficiente con el castillo y con el tipo de alumnos que concurrían sus pasillos. Con solo un vistazo me bastaba para analizar los traumas y ansiedades que todos arrastraban a sus espaldas. No era difícil, dado a que yo los había sufrido todos.

Sonreí como un gato que ha atrapado a su presa al descubrir como un Gryffindor tanteaba su cuerpo con ansiedad. Lo más probable era que el pobre no hubiese conseguido superar el riguroso control que el colegio exigía a sus estudiantes con su equipaje. Por lo que decían los amigos de los muggles, los controles de los aeropuertos poco tenían que envidiar a los de Hogwarts. Me acerqué, golpeando a más de un alumno despistado con mis maletas, hasta llegar hasta él:- ¿Qué marca? - al ver su confusión aclaré:- Digo que qué marca usas, supongo que da igual dado a que solo llevo dos paquetes encima y los dos son de la misma marca.

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